Hilando sueños en Salinas de la provincia Bolívar

Textiles Salinerito, orgullosamente ecuatoriano

Quienes conocemos algo de la historia de Salinas de la provincia Bolívar, sabemos que, en la planta baja de la casa de Padre Antonio Polo, conocida también como el Convento, fue el laboratorio de los experimentos. Muchas de las cosas que allí se probaban ahora son representativas empresas comunitarias.

Por la ubicación y las condiciones de los suelos, no todos podían sumarse a la ganadería y producción de leche y quesos que poco a poco se iban afianzando en Salinas. Se debía buscar otras alternativas de apoyo para los campesinos de las zonas altas o de páramo, quienes en su mayoría tenían uno que otro borreguito. Algo había que hacer.

Es así que, en 1974, en el Convento se montaron grandes tanques de cemento para el lavado de lana, donde era habitual ver a las mujeres con sus pies descalzos pisando la lana en el agua fría con detergente. Como comprenderán la temperatura del agua a 3.500 metros de altura no es una maravilla, pero recuerdo a las mujeres felices por ser parte de ese nuevo sueño.

Quien diría que en esas paredes se gestarían los primeros pasos de dos empresas comunitarias que siguen activas hasta hoy: la Asociación de Desarrollo Social de Artesanas TEXAL Salinas y la Hilandería Intercomunal Salinas.

Inicialmente la idea era comprar lana de oveja a los campesinos de las comunidades altas de la parroquia Salinas para lavarla y venderla a un mejor precio. Esta iniciativa no tuvo éxito.

Probaron de otra manera, compraron lana hilada a mano para elaborar cobijas de tipo rústico que se vendía en el mercado nacional. Voluntarias de ese entonces capacitaron a varias mujeres del pueblo.

Posteriormente compran telares de ante pecho que fueron manejados por 5 jóvenes del pueblo, convirtiendo así, la planta baja del Convento en un taller de tejido y tienda. Mejoraron la calidad de los productos cuando comienzan a trabajar con hilo comprado en la ciudad de Ambato. Con estos resultados deciden ir un poco más allá, y analizan opciones para producir su propio hilo.

Comienza la búsqueda de apoyo externo y aporte propio de la comunidad. Se plantean proyectos y los resultados llegan de las manos de ONG`s y personas amigas. Se comienzan a construir los galpones...

A pesar del escepticismo de que un proyecto de esta magnitud funcione en un pueblo, donde el campesino pasaría de trabajar la tierra y los animales a manejar máquinas y aprender a administrar. Pero nada puede vencer a la confianza y a la fe.

Con todos estos hilos moviéndose en el ambiente, se van tejiendo otras oportunidades, se fortalece la TEXAL en el casco parroquial y las mujeres de varias comunidades forman los Centros Femeninos, creando así su propio espacio de encuentro y una alternativa para tener ingresos propios

Con la organización comunitaria como base, las mujeres comienzan a elaborar prendas tejidas a mano, las mismas que en un inicio se exportan a Italia, donde buenos amigos de Padre Antonio Polo las vendían en ferias solidarias. Con el pasar del tiempo y mejorando la calidad se comienza a exportar a las cadenas de comercio justo.

Mientras tanto, en la naciente hilandería, se instalan maquinarias, se hace pruebas, llegan técnicos a capacitar a la gente local y comienza la aventura del hilado a máquina.

De los hilos de colores naturales de oveja se pasa a los hilos de alpaca y llama tinturados con productos y procedimientos naturales, dando así variedad y mejores opciones para que las mujeres den color y creatividad a sus diseños. 

La Hilandería de Salinas, ubicada en un pequeño pueblo de los andes ecuatorianos, llegó a ser la fábrica más grande de la provincia Bolívar, con 60 personas en su equipo de trabajo entre obreros, técnicos, administradores y vendedores que laboraban en tres turnos, las 24 horas y los 7 días de la semana.

A pesar de las crisis económicas y crisis del sector textil que fue y es frecuente en el país, la fábrica sigue funcionando, y en la actualidad mantiene vínculos con organizaciones campesinas e indígenas que acopian lana de oveja en las provincias de Cotopaxi, Tungurahua y Chimborazo. 

Los hilos y las prendas elaboradas a mano con marca Salinerito, siguen tejiendo esperanzas y abrigo para muchas personas.

 

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